El cerebro engaña nuestra Prosperidad. Video

El cerebro puede ser nuestro mayor aliado pero igual puede convertirse en nuestro mayor enemigo. Debemos aprender econtrar el secreto que guarda este y que atenta contra nuestra prosperidad y abundancia. aprendamos , por qué el cerebro nos engaña y con el secreto descubierto busquemos nuestra abundancia y prosperidad.
H. G. CIBELE

Posturas para tu Felicidad, Abundancia y Prosperidad




Un secreto para nuestra prosperidad y abundancia está en el cambio de nuestra actitud. Es decir, está relacionada con la postura que tengamos en la vida. Descubre este secreto, cambia tu postura y encuentra tu abundancia y prosperidad.
H. G. CIBELE

1. Las postura de la autoestima = Trabajo grupal colaborativo de manera natural. 2. La postura del optimismo = Aceptar las limitaciones, sonreír, y adaptarse al momento diciendo satisfecho. Con todo eso ¡Hoy vamos a hacer la mejor Creación de nuestra Vida! 3. La postura de la aceptación = Explota al máximo tu potencial. 4. La postura de la simplicidad = Si "necesitas" comunicar algo, expresarte desde tu Ser dilo, si no, mejor calla. 5. La postura del entorno = Sé auténtico. 6. La postura de la incertidumbre = Mantente despierto para saber decidir a cada instante. 7. La postura del Quid pro Quo = Adáptate a cada momento. 8. La postura del respeto = Ama desintereradamente. Si te piden ayuda da exactamente la ayuda que te están pidiendo. 9. La postura de la paciencia = Conecta tu corazón con el de la persona a la que te diriges, todo lo demás vendrá naturalmente. 10. La postura de la innovación = Desperézate cada día con una gran sonrisa y di: ¡Allá vamos, a ver qué retos nos depara este nuevo día! 11. La postura de los sueños = Sinergia del compartir en pos de satisfacer a todos, de manera equilibrada. 12. La postura de la comunicación = Escucha verdaderamente, aguarda a que termine de hablar tu amigo para comprenderle verdaderamente. 13. La postura de la confianza = Si quieres que los demás confíen en ti, tu historia debe demostrar con hechos que eres digno de confianza. 14. La postura de la seducción = Elimina las barreras que te separan de quien tienes frente a ti. 15. La postura de la pasión = Disfruta de todo cuanto haces. Siempre es posible. 16. La postura de la generosidad = Trata a los demás, como a ti te gustaría que te trataran. (¡Ojo! que no hablamos de desviaciones psicológicas ¿eeeeh? je, je) 17. La postura de la calma = Para el reloj de tiempo cuando más lo necesites, tu Ser Interior tiene algo que decirte, olvidándote del mundo, para regresar después a él, justo en el instante en el que lo necesitas, confiadamente. 18. La postura del masaje = Comparte el día verdaderamente con quienes trabajas, que no se limite a un roce limitado por el objetivo marcado en el trabajo común. 19. La postura de la frecuencia = No te acostumbres a las cosas, el desapego hará que cada nuevo día lo vivas como si nunca hubiera existido el ayer. El amor no ha de ser una costumbre si no una nueva experiencia profunda cada día. 20. La postura del inconformismo = Mejórate cada día a ti mismo y cambiará el mundo. 21. La postura del fluir = Fluir significa estar inmersos en el momento, no poner obstáculos y sí crear maneras para reconducir de la mejor manera posible un cauce que "tengamos" que cambiar, entre todos. La clave para comprender este término, como todos, la tenemos dentro de nosotros ¿lo sientes? ¿o simplemente utilizas términos que otros han acuñado para sentirte parte de un grupo?
Autor desconocido

Desprogramate para La Prosperidad (parte 3 y ultima)



Los patrones , programas o grabaciones que tenemos inculcados la mayoría de las veces nos impiden descubrir el secreto que nos lleve a la prosperidad y abundancia. Debes aprender como desprogramarte y revelar tu secreto, que se enfrenta a tu abundancia y prosperidad. Este trabajo será entregado en varias parte, aquí la Tercera y última, la primera la puedes leer en fecha 1 de octubre 2008. La segunda en fecha 8 de octubre 2008.
H. G. CIBELE

Fácil y difícil Se cuenta que había un gran maes­tro llamado Buso, que vivía con su es­posa y una hija, todos con fama de sa­biduría y santidad. Un día se acercó un hombre al maestro y le preguntó: -La iluminación, ¿es fácil o difícil? Y Buso le contestó: -Es tan difícil como alcanzar la Luna. No conforme, el hombre se acercó a la mujer de Buso y le hizo la misma pregunta, a lo que ella le contestó: -Es muy fácil. Es tan fácil como beberse un vaso de agua. Intrigado se quedó el hombre y, para salir de dudas, le hizo la misma pregunta a la hija del maestro, que le contestó: -¡Hombre!, si lo haces difícil es di­fícil, pero si lo haces fácil... Lo más difícil es la capacidad de ver, ver simplemente, con sinceridad, sin engañarse, porque ver significa cambio, nada a qué agarrarse, y esta­mos acostumbrados a buscarnos asi­deros y a andar con muletas. En cuan­to llegas a ver con claridad, tienes que volar; y volar es no tener nada de qué agarrarte. Necesitamos desmontar la tienda en la que nos refugiábamos y seguir por el sendero adelante sin apoyos. El susto mayor es por la aniquilación de todo miedo, puesto que los miedos han sido el manto en el que te envol­vías para no ver ni ser visto. Dejar las cosas atrás y enfrentarte a la felicidad, cuando no quieres ser feliz a ese pre­cio. Una felicidad que has de expre­sar tú y no esperar a que te la den he­cha. Aunque vas diciendo que buscas la felicidad, lo cierto es que no quie­res ser feliz. Prefieres volver al nido antes que volar porque tienes miedo, y el miedo es algo conocido y la feli­cidad no. En mi profesión de psicólogo ad­vierto cada día esto. Lo primero que tiene que entender el buen psi­cólogo es que el que viene a él no busca la curación, sino el alivio, la comodidad, pero no quiere cam­biar; es demasiado expuesto y com­prometido. Es como aquel que está metido en la porquería hasta la boca y que lo único que le preocupa es que no le hagan olas, no que lo saquen de allí. Lo malo es que la mayoría equipara la felicidad con conseguir el objeto de su apego, y no quiere saber que la fe­licidad está precisamente en la ausen­cia de los apegos, y en no estar so­metido al poder de ninguna persona o cosa. En la naturaleza no existen fronteras. No están más que en nuestra mente. Toda tierra es de todos, y toda cultura no es más que ideas que nos separan. Conocerse a fondo Para despertarse, el único camino es la observación. El ir observándose. El ir observándose uno a sí mismo, sus re­acciones, sus hábitos y la razón de por qué responde así. Observarse sin críti­cas, sin justificaciones ni sentido de culpabilidad ni miedo a descubrir la verdad. Es conocerse a fondo. El indagar e investigar quién es Je­sucristo es muy loable, pero ¿para qué sirve? ¿Te puede servir para algo si no te conoces a ti mismo? ¿Te sirve para algo si estás controlado y manipulado sin saberlo? La pregunta más importante del mundo, base de todo acto maduro, es: ¿Yo, quién soy? Porque, sin conocerte, no puedes conocer ni a Dios. Conocer­te a ti mismo es fundamental. Sin em­bargo, lo curioso del caso es que no hay respuesta para la pregunta ¿quién soy yo?, porque lo que tienes que averiguar es lo que no eres, para llegar al ser que ya eres. Hay un proverbio chino que dice: "Cuando el ojo no está bloqueado, el resultado es la visión. Cuando la men­te no está bloqueada, el resultado es la sabiduría, y cuando el espíritu no está bloqueado, el resultado es el amor." Hay que quitar las vendas para ver. Si no ves, no puedes descubrir los im­pedimentos que no te están dejando ver. El observarte a ti mismo es estar atento a todo lo que acontece dentro y alrededor de ti, como si esto le ocurrie­se a otra persona, sin personalizarlo, sin juicio ni justificaciones ni esfuerzos por cambiar lo que está sucediendo, ni for­mular ninguna crítica ni autocompade­certe. Los esfuerzos que hagas por cam­biar son peores, pues luchas contra unas ideas, y lo que hay que hacer es com­prenderlas, para que ellas se caigan por sí solas una vez que comprendas su fal­ta de realidad. Hay que cuestionar todo esto para ver si se comprende como una verdad y entonces te pondrás a obser­varte. La vida observada A veces te sientes mal, hecho un lío, no sabes funcionar solo y te vas al psi­cólogo a que te arregle. El psicólogo no puede hacer nada que tú no hagas. No puede conseguir nada que tú no es­tés dispuesto a hacer. Puede escuchar­te y ayudar a que tú mismo vayas acla­rándote mientras hablas. En verdad, lo que haces allí es observarte, y eso es lo que has de hacer tú, pero de con­tinuo. Yo soy psicólogo y puedo de­cirte que la terapia, la mayoría de las veces, lo que hace es un intercambio de problemas: te quita uno, pero te mete otro. La espiritualidad es la que intenta solucionarte. Busca solucionar el pro­blema del yo, que es el que está gene­rando los problemas que te llevan al psicólogo y al psiquiatra. La espiritua­lidad va directamente a la raíz, a res­catar tu yo, el auténtico, que está aho­gado por barreras que no lo dejan ser libremente. El hacer esfuerzos por cambiar es contraproducente, pues lo que te va a cambiar es la verdad: observar la ver­dad y comprender que tu programación no te deja ser tú mismo. El observador es lo que te va a cambiar. "La vida no observada, no examinada, no vale la pena vivirla, porque no es vida", decía Sócrates. Es preciso darse cuenta de todas las reacciones que surgen al mirar a una persona, un paisaje o a uno mismo. Observa cómo sueles reaccionar frente a determinadas situaciones. Mirar con objetividad, como si no fueras tú, to­mando conciencia de lo que pasa den­tro y fuera de ti, estando atento (como cuando conduces). Hacerlo sin juicios valorativos, porque si te pones etique­tas, ya no ves las cosas como son. Caer en la cuenta, sin prejuicios, sólo enten­diéndolo. Si no cambiamos espontáneamente es porque ponemos resistencia. En cuanto descubramos los motivos de la resistencia, sin reprimirla ni rechazar­la, ella misma se disolverá. Cuando en nosotros hay sensibilidad, no se nece­sita violencia alguna para conseguir las cosas que necesitamos, pues todo se resuelve entendiendo, comprendiendo; y nos sorprendemos al ver cómo todo se resuelve según comprendemos la realidad y no luchemos contra ella. Tenemos que darnos cuenta de que, con la palabra, o con el pensa­miento, solemos etiquetar las cosas y las personas, y luego, como conse­cuencia de ello, vivimos el personaje de la etiqueta, y no la persona. Po­nerse en contacto con la realidad es mirar ésta sin querer interpretarla, ni cambiar nada, sino dejar que la rea­lidad cambie el orden de las cosas lu­ciendo por sí misma. Para ser como Jesús, has de ser tú mismo, sin copiar a nadie, pues todo lo auténtico es lo real, como real era Jesús. Métodos para ser feliz Darte cuenta del dolor, de la aflic­ción o del desasosiego que sufres y cuál es el motivo; de dónde sale, en verdad, ese sufrimiento. Si te sientes molesto, darte cuenta en seguida de ello, y de dónde nace este malestar. (Si dices que estás molesto porque alguien se ha por­tado mal contigo, no se puede enten­der que tú te castigues porque otro se comporta mal. Tiene que haber otro motivo más personal y escondido. Ob­sérvalo.) Darte cuenta de que el sufrimiento o las molestias se deben a tu reacción ante un hecho o una situación concreta y no a la realidad de lo que está ocu­rriendo. (Si vas a ir al campo y llueve, el enfado no está en la lluvia -que es la realidad-, sino en tu reacción por­que se han contrariado tus planes.) Solemos echar la culpa a la realidad y no queremos darnos cuenta de que son nuestras reacciones programadas las que nos contrarían. Tenemos unos hábitos inculcados, que funcionan como una maquinita automática: a tal pregunta, tal respuesta; a tal contrarie­dad, tal reacción. Y funcionamos como autómatas. La cultura nos inculca unas leyes rígidas, cuya única razón es que así se ha hecho siempre. Y con esta ra­zón tan endeble somos capaces de ma­tarnos por defender: honor, patria, ban­dera, raza, familia, buenas costumbres, orden, ideales, buena fama y muchas más palabras que no encierran más que ideas sin sentido real, que nos han in­culcado como cultura. Y lo mismo ocu­rre con las ideas religiosas. Lo importante es el ser, y no el fi­gurar. La verdad es que estamos tan metidos en esa programación que ac­tuar con claridad de percepción, desde esa cultura, casi parece un milagro, y más si pretendemos reaccionar sin dis­gusto. Hay que despertarse antes para comprender que lo que te hace sufrir no es la vida, sino tus alucinaciones, y cuando consigues despertar y apartas los sueños, te encuentras cara a cara con tu libertad y con la verdad gozosa. Lo cierto es que el dolor existe por­que rechazamos que lo único sustancial es el amor, la felicidad, el gozo. Cuan­do somos capaces de encontrar el ca­mino despejado, para ese amor-felici­dad que somos, nos topamos con el dolor, que no es nada concreto ni sus­tancial por sí mismo, sino la ausencia de la percepción del amor-felicidad. Como la oscuridad, que no existe, sino que es consecuencia de la menor per­cepción de la luz. La vida es, en sí, un puro gozo y tú eres amor-felicidad como sustancia y potencial para desarrollar. Sólo los obs­táculos de la mente te impiden disfru­tarla plenamente. Son las resistencias que pone tu programación lo que te impide ser feliz. De no tropezar con tu resistencia, ¿dónde estaría el dolor? Habría una armonía en ti, igual a la que existe en la naturaleza. Más aun, pues tú eres rey de esa naturaleza y dotado de una sensibilidad para captar la bon­dad, la felicidad y la belleza, que te hace creativo y capaz ya, no sólo de ser feliz, sino de dar amor-felicidad a ma­nos llenas. Con sólo observar todo esto ya es­tás dando un paso para tu despertar. Todo depende de tu reacción, y ésta depende de tu programación; y si eres capaz de observar esto y comprender­lo, ya tendrás bastante. Lo más difícil es la capacidad de ver, ver simplemente, con sinceridad, sin engañarse, porque ver significa cambio

Feng Shui para la Prosperidad


La prosperidad y abundancia siempre está allí para nosotros y es valido cualquier secreto que se nos revele para que se nos convierta en una realidad. El Feng Shui es una sabiduría que nos puede revelar es secreto de nuestra abundancia y prosperidad.
H. G. CIBELE

La prosperidad no se relaciona únicamente con el dinero. De hecho,
tiene más que ver con una percepción; con una sensación de que la tienes. Es tener fe de que, en cierta forma, siempre serás cuidado/a y considerado/ a por los demás y que nunca te faltará nada. Si necesitas ayuda en este ámbito: El área de la prosperidad se encuentra al fondo y a la izquierda de tu casa o sala. Realiza un breve inventario de los objetos que posees en dicho espacio. ¿Ves algo que te produzca gracia o te haga preguntar "qué hace esto aquí"? Si lo haces, remueve ese objeto de inmediato e instantáneamente estarás encaminándote en una nueva dirección, seguramente hacia la prosperidad. A continuación, algunas posibilidades para alcanzar la prosperidad. Cosas a eliminar Desorden: libérate del revoltijo y de los trastos, especialmente si bloquean el acceso a muebles y si están juntando polvo. Filtraciones y pintura desconchada: si el cielo raso está lleno de filtraciones o si la pintura se está desconchando, lo mismo ocurrirá con tu billetera. Toilette: un baño en el área de la prosperidad puede acabar con las buenas energías. Dado que, por lo general, no es sencillo trasladar un baño dentro de una casa, lo recomendable será mantener tapado el inodoro cuando el baño se encuentre en la zona de prosperidad. Caja de arena del gato: "los baños de los animales" no tienen ese efecto maligno con la energía, pero si pueden tener la misma asociación negativa que los baños —especialmente si huelen mal—. Objetos rotos: si está roto, posiblemente también lo estés tú. Plantas muertas o marchitas: cualquier planta en proceso de descomposició n, desde luego, no proporcionará la energía que deseas en esta área de tu casa. Cesto de residuos: al igual que el baño, este artículo puede acabar con tus reservas de energía vital. Símbolos de prosperidad inadecuados: no deben formar parte del área de prosperidad obras de arte que representen objetos en estado marchito o de descomposició n, antiguas sillas rústicas, personas pobres o tristes, o recuerdos de tus días de escuela cuando estabas en banca rota. Cosas a incorporar En este sector de tu casa querrás tener objetos que evoquen la prosperidad y artículos con características energéticas que se alineen a la abundancia personal. · Violáceo, rojo y verde: estos tres colores favorecen la proliferación energía de prosperidad en un ambiente. Un trozo de amatista o un "billete verde" pueden tener un significado especial si están ubicados en el área de prosperidad de tu casa. · Símbolos de salud: moneda de curso corriente, oro, o certificados de acciones pueden ser beneficiosos en este rincón de la casa. · Joyas: puedes crear un cofre del Tesoro a partir de una pequeño estuche de joyería lleno de alhajas de fantasía o bisutería. Esto, sin dudas, tendrá un efecto positivo sobre el poder de prosperidad de la casa. · Símbolos de abundancia: fotos y cuadros de chicos o animales siempre que te hagan sentir a gusto. Fotos y collages de artículos que te gustaría tener —simplemente ubícalos en esta parte de la casa y haz de cuenta que ya has ordenado uno de estos artículos—. Y recuerda el antiguo proverbio: ten cuidado con lo que deseas... · Plantas saludables: deja que el dinero crezca en tus cuentas bancarias permitiendo que las plantas crezcan en el área de la prosperidad. · Flujo de agua: haz que el dinero esté en constante movimiento creando un flujo de agua en esta zona. A dicho fin, una cascada cumplirá tus expectativas a la perfección.

Autor Desconocido. Este texto fue tomado de un lugar público en internet con el objetivo de informar. Foto: Stockxpert

Abierto al Amor. Coelho




Crear nuestra vida en el gran secreto para la prosperidad integral en abundancia, queremos amor, dinero, salud, exito, felicidad debemos permanecer abiertos a estos elementos para que ellos estén con nosotros. Coelho en este texto nos dice que nos abramos al amor como un secreto que nos llevará a la prosperidad y abundancia en este aspecto.

H. G. CIBELE


Permaneciendo abiertos al amor
De Paulo Coelho

Existen momentos en los que nos gustaría mucho ayudar a quienes amamos, pero no podemos hacer nada: o las circunstancias no permiten que nos aproximemos, o la persona permanece cerrada ante cualquier gesto de solidaridad y apoyo. Entonces sólo nos resta el amor. En los momentos en que todo es inútil, aún podemos amar - sin esperar recompensas, ni cambios agradecimientos. Si conseguimos actuar de esta manera, la energía del amor empieza a transformar el universo que nos rodea. Cuando esta energía aparece, siempre consigue realizar su trabajo. "El tiempo no transforma al hombre. El poder de la voluntad no transforma al hombre. Lo transforma el amor", Dice Henry Drummond. ... El amor transforma, el amor cura. Pero a veces el amor construye trampas mortales, y termina destruyendo a la persona que decidió entregarse por completo. ¿Qué sentimiento complejo es éste que - en el fondo - es la única razón para continuar vivos, luchando, procurando mejorar? Sería una irresponsabilidad intentar definirlo; porque, como todo el resto de los seres humanos, yo solamente consigo sentirlo. Se escriben miles de libros, se estrenan obras teatrales, se producen films, se crean poesías, se tallan esculturas en madera o mármol, pero, a pesar de ello, todo lo que el artista puede transmitir es la idea de un sentimiento, pero no el sentimiento en sí mismo. No obstante, aprendí que este sentimiento está presente en las pequeñas cosas y se manifiesta en la más insignificante de las actitudes que tomamos; por lo tanto, es necesario tener el amor siempre en mente cuando actuamos o dejamos de actuar. Coger el teléfono y decir la palabra de cariño que postergamos. Abrir la puerta y dejar entrar a quien necesita nuestra ayuda. Aceptar un empleo. Abandonar un empleo. Tomar la decisión que estábamos dejando para después. Pedir perdón por un error que cometimos y que no nos deja en Paz. Exigir un derecho que tenemos. Abrir una cuenta en el florista, que es más importante que la del joyero. Poner la música bien alta cuando la persona amada esté lejos, pero bajar su volumen cuando se halla cerca. Saber decir "sí" y "no", porque el amor lidia con todas Las energías del hombre. Descubrir un deporte que pueda ser practicado por ambos. No seguir ninguna receta, ni siquiera Las contenidas en este párrafo; porque el amor requiere creatividad. Y cuando nada de eso sea posible, cuando lo que resta es apenas soledad, entonces acordarse de una historia que un lector me envió una vez: "Una Rosa soñaba día y noche con la compañía de las abejas, pero ninguna venía a posarse en sus pétalos. La flor, sin embargo, continuaba soñando. Durante sus largas noches imaginaba un cielo donde volaban muchas abejas que venían a besarla cariñosamente. Así conseguía resistir hasta el día siguiente, cuando volvía a abrirse con la luz del Sol. Cierta noche, conociendo la soledad de la Rosa, la luna preguntó: - ¿Tú no estás cansada de esperar? - Quizás. Pero tengo que seguir luchando. -¿Por qué? - Porque si no me abro, me marchitaré." En los momentos en que la soledad parece destruir toda la belleza, la única manera de resistir es continuar abiertos.

Desprogramate para la prosperidad (parte 2)



Los patrones , programas o grabaciones que tenemos inculcados la mayoría de las veces nos impiden descubrir el secreto que nos lleve a la prosperidad y abundancia. Debes aprender como desprogramarte y revelar tu secreto, que se enfrenta a tu abundancia y prosperidad.
Este trabajo será entregado en varias parte, aquí la segunda, la primera la puedes leer en fecha 1 de octubre 2008.
H. G. CIBELE

¡Qué bella su cultura, pero qué difí­cil de entender y seguir para nosotros! No existe separación de razas, sólo dis­tintas culturas programadas en nuestras mentes. En la naturaleza no existen fronteras. El honor, el éxito y el fraca­so no existen, como tampoco la belle­za ni la fealdad, porque todo consiste en una manera de ver de cada cultura. Es lo cultural lo que provoca esas emo­ciones ante el nombre de patria, raza, idioma o pueblo. Son distintas formas de ver que están programadas en nues­tra mente. La patria es el producto de la política, y la cultura es la manera de adoctrinar.

Cuando eres un producto de tu cul­tura, sin cuestionarte nada, te convier­tes en un robot. Tu cultura, tu religio­sidad y las diferencias raciales, nacio­nales o regionales te han sido estam­padas como un sello y las tomas como algo real. Te enseñaron una religiosi­dad y una forma de comportarte que no has elegido, sino que te vinieron im­puestas desde fuera, antes de que tuvie­ses edad o discernimiento para decidir, y sigues así, con ellas colgadas, como una piedra al cuello.

Sólo lo que nace y se decide aden­tro es auténtico y te hace libre. Lo que haces como hábito y que no puedes dejar de hacer porque te domina, te hace dependiente, esclavo de lo que crees, porque te lo han programado. Sólo lo que surge de dentro lo anali­zas, lo pasas por tu criterio y te deci­des a ponerlo en práctica asumiéndo­lo; es tuyo y te hace libre.

Tienes que liberarte de tu historia y su programación para responder por ti mismo y no de personaje a personaje.

Lo mismo ocurre con lo que creemos amor y que no es más que un mo­delo cultural aceptado por la mente. No se puede vivir influenciado por el pa­sado. Lo menos que se puede hacer por el amor es ser sincero, tener claridad de percepción y llamar a cada cosa por su nombre. Ser capaz de dar la respues­ta precisa sin engañar ni engañarte. Por­que te amo te doy la respuesta, desde mi realidad, que te corresponde a ti y a tu realidad, en este momento. Más tar­de no sé lo que puede ocurrir, y por ello no te hago promesas que no sé si po­dría cumplir.

Esto es lo menos que puedes exigirle al amor: sinceridad. La espiritualidad consiste en ver las cosas, no a través de cristales de color, sino tal como son. La espiritualidad ha de nacer de ti mismo; y cuanto más seas tú mismo, serás más es­piritual.

Lo cierto es que el dolor existe porque rechazamos que lo único sustancial es el amor, la felicidad, el gozo.



No seas fotocopia

No imites a nadie, ni siquiera a Je­sús. Jesús no era copia de nadie. Para ser como Jesús, has de ser tú mis­mo, sin copiar a nadie, pues todo lo auténtico es lo real, como real era Jesús.

La culpabilidad y la crítica no exis­ten más que en la mente de la cultu­ra. Las personas que menos se pre­ocupan de la vida de ahora, de vivir el presente, son las que más se pre­ocupan por lo venidero. Preocúpate por estar despierto, vive ahora y no te importará el futuro. Cuando tu mentalidad cambia, todo cambia para ti, a tu alrededor. Lo que antes te pre­ocupaba tanto, ahora te importa un bledo y, en cambio, vas descubrien­do cosas maravillosas que antes te pasaban inadvertidas.

Lo que más les preocupa a las per­sonas programadas es tener razón. Tie­nen miedo a perder sus ideas, en las que se apoyan, porque les dan pavor el ries­go, el cambio, la novedad, y se agarran a sus viejas ideas porque están fosili­zadas.

Nuestra vida se convierte en un lío porque tomamos por realidad lo que no son más que programaciones que no nos sirven de nada y nos agarramos a ellas porque no sabemos descubrir otra cosa. En el fondo, tenemos una enor­me inseguridad y, para sentirnos mejor, vamos a consultar a los que creemos que saben más que nosotros, creyendo que ellos nos van a solucionar los pro­blemas. Pero los problemas, que sólo existen en nuestra imaginación, sólo despertando los solucionaremos.

Es malo ser rico? Video

Creer que es malo ser rico, justamente nos esconnde el secreto de nuestra abundancia y prosperidad. ser rico no es malo, malo es ser un mal rico. Asi que abre tu secreto de prosperidad y abundancia.
H. G. CIBELE

Desprogramate para tu Prosperidad (parte 1)



Los patrones , programas o grabaciones que tenemos inculcados la mayoría de las veces nos impiden descubrir el secreto que nos lleve a la prosperidad y abundancia. Debes aprender como desprogramarte y revelar tu secreto, que se enfrenta a tu abundancia y prosperidad.
Este trabajo será entregado en varias parte, aquí la primera
H. G. CIBELE

¡DESPROGRÁMATE! ¡SÉ TÚ MISMO!

Lo importante es ser capaz de darte cuenta de que no eres más que un yo­yo, siempre de arriba para abajo, según tus problemas, tus disgustos o depre­siones; que eres incapaz de mantener una estabilidad. Darte cuenta de que te pasas la vida a merced de personas, de cosas o situaciones. Que te manipulan o tú puedes manipular. Que no eres dueño de ti ni capaz de mirar las situaciones con sosiego, sin enfados ni ansiedad. Toda esa actitud sólo depende de tu programación. Estamos programados desde niños por las conveniencias socia­les, por una mal llamada educación y por lo cultural. Vivimos por ello programa­dos y damos la respuesta esperada ante situaciones determinadas, sin pararnos a pensar qué hay de cierto en la situación, y si es consecuente con lo que de verdad somos esa respuesta habitual y mecá­nica. Tenemos programadas ideas conven­cionales y culturales, que tomamos como verdades cuando no lo son. Como la idea de patria, de fronteras y hábitos culturales que nos llevan a con­flictos cuando nada tienen que ver con la verdad. Lo que haces como hábito, te hace dependiente porque te lo han programado. Sólo lo que surge de dentro es tuyo y te hace libre. ¡Desprográmate! Cuando venía hacia aquí, en el avión, me dijeron: -Mira, ya salimos de la India, ahí está la frontera. Yo me asomé y por más que miraba no vi ni una línea, ni una barrera natu­ral de separación. ¿Es que existen las fronteras en la naturaleza? No están más que en nuestra mente. Toda tierra es de todos, y toda cultura no es más que ideas que nos separan. Hubo un niño blanco que se perdió en la selva y se crió en una tribu con cultura distinta. Cuando creció se casó con una nativa de aquella cultura. Ocu­rrió que a una amiga de su mujer se le murió su marido en la guerra, y aque­lla noche, al pensar en su amiga sola, la mujer nativa le dijo al marido blanco: -Oye, me gustaría que fueses a consolar a mi amiga, que está sola, y como ya no tiene marido te acostases con ella. El marido, que recordaba aún rasgos de su cultura, se negaba, horrorizado, pero al final complació a su mujer. Cuando volvió, la mujer le dijo: -Ya sabía que eras un buen hom­bre y ahora te quiero más, porque eres compasivo y me siento orgullosa de ti.

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